El maniquí....

Un día iba caminando por la calle, de pronto sentí como alguien me observaba, mire de reojo, seguí caminando y la lluvia acompañaba mi caminar.
Era un día gris, en ese momento visualice en mi cabeza el mar, la playa, como las olas rompían junto con las rocas volcánicas de la arena.
Había algo que me preocupaba, no sabía qué hacer, qué decir mi alma estaba como un pequeño fantasma perdida en el ambiente húmedo. Creo que se parecía a una pequeña nube grisácea que sin destino iba perdida en busca de una respuesta.
En el fondo, cuando sentía que alguien me observaba temía que fuera ella, tan perdida en un silencio que solo oía gotas, hacía que se apoderaba de mí, y que de ella sintiera miedo.
Al pasar por un escaparate, me paré, ojeé todo lo que en el espejo se veía, todo parecía normal, simplemente se veía el reflejo de los maniquís del expositor anterior, y los viandantes caminando y dándose codazos y chocándose los paraguas.
Mis piernas d inmediato se pusieron a caminar, así que por un momento olvidé todo lo que a mi alrededor había.
Me concentre en saber qué es lo que ocurría en mi interior, no logré descifrar qué era, parecía que me encontraba en un rompecabezas, una adivinanza y no podía solucionar ese fácil juego de palabras que me había planteado mi interior y que estaba pudiendo conmigo. La sentía estaba allí como si fuese un pequeño baile de una danza tradicional, la nube grisácea se apoderaba poco a poco del tiempo, pero no conseguía vencerme.
Al final volví a sentir q me observaban me detuve y en ese momento el cristal del escaparate no sólo mostraba el reflejo de la tienda anterior, la gente caminar y ruborizarse al chocar. En eso vi como me aparecía un pequeño mensaje en el cristal, creo que nadie lo veía sólo yo, porque la gente pasaba y no se detenía y por más que me volviese para saber cómo reaccionaban nadie se inmutaba.

“Hola soy una chica pasaba por la calle y al verme reflejada en un escaparate creí ser la sosa e imberbe que allí inmóvil era y no estaba, al otro lado el escaparate. De repente me sentí ridícula creyéndome un y perdonar por la expresión, puto maniquí. Prefería ser el color naranja del sol antes que un maniquí…un día tropecé con una de las juntas que hay entre baldosa y baldosa de la calle, estuve a punto de pegarme un morrazo que flipas…. Logre corregir a tiempo y yo sola empecé a reírme. Ese día comprendí al final de todo esto que lo que más importaba era la cara y no ser y perdonarme por la expresión, un puto maniquí… “

La verdad es que puesta a pensar que quería ser, mejor algo que jamás hubiera visto o sido seguí caminando pensando en que cada vez estaba más loca con mis pensamientos y qué más daría ser.